Correo o WhatsApp, ésa es la cuestión
Artículo escrito por Salvador Angeles Ramírez
Cuando yo participaba en algún evento de evangelización sobre internet, a finales de la década de los noventas, hacía una encuesta rápida a mano alzada. La pregunta para los participantes de la plática: ¿quiénes de ustedes tienen una cuenta de correo electrónico? Recuerdo que era mayor el porcentaje de asistentes que decía no tener una cuenta de correo. En poco tiempo el porcentaje cambió. Cada vez era mayor el número de personas que usaban correo electrónico.
Hoy en día esa pregunta está de sobra. Todos los que contamos con un teléfono inteligente estamos obligados a tener una cuenta de correo. Si queremos abrir una cuenta en Facebook, Twitter o Instagram, requerimos de un e-mail. En las empresas pequeñas, medianas y grandes, el correo electrónico es un elemento indispensable en la vida diaria de las organizaciones.
Sin embargo, no estoy tan seguro de que esto seguirá así. Esta semana, revisé la bandeja de entrada del correo de mi oficina y, para sorpresa, observé que el último mensaje recibido tenía una semana de antigüedad. Recordé entonces un par de tickets de clientes que contactaron al servicio de soporte técnico de Anscom, preguntando si todo estaba bien porque no habían recibido mensajes de correo. La respuesta a esos tickets fue que los servidores de correo estaban trabajando a la perfección. De pronto, un bombardeo de notificaciones en mi teléfono me hizo cobrar conciencia. Mensajes de WhatsApp de clientes, de grupos de trabajo, de grupos de escuelas a las que asistí (los del kínder aún no crean el grupo); los mensajes de las tías, de los alumnos, de Anscom, de ilumina, del club de lectura; obviamente el de la familia, el del club de Joaquín Sabina, la señora de la renta…. Encontré mis mensajes, pero ahora en una aplicación.
WhatsApp nos brinda la prontitud. A través de un mensaje de texto enriquecido con divertidos emojis, o bien, por medio de un mensaje de voz, podemos compartir documentos, videos, fotografías, enlaces a sitios web y muchas cosas más. Podemos obtener una respuesta rápida a nuestras preguntas y hasta enojarnos porque nos dejaron en “visto”. Por otra parte, contamos con las mismas opciones del correo electrónico también: podemos responder los mensajes, reenviar y adjuntar información.
Si nos toca ser administradores de algún grupo, se nos confiere un gran poder ya que nos convertimos en semidioses. Tenemos la potestad de añadir o quitar a los miembros del grupo a discreción. Yo me entero cuando despidieron a alguien en una organización en la que colaboro porque, antes de la junta o correo, inmediatamente el administrador lo saca del grupo.
Es increíble la cantidad de información que estamos manejando hoy en día por WhatsApp. Esta aplicación se ha convertido en una pieza clave en el manejo de la información. Nos guste o no, debemos entrar a este escenario, entender cómo es el juego y disfrutar de los beneficios que nos brinda la herramienta, usándola siempre con responsabilidad.
En mi opinión, el correo electrónico no morirá. Seguramente, se transformará en una herramienta que combine ambas tecnologías; algo así como un servicio de e-mail en forma de mensajería instantánea. ¿Ustedes que opinan?